Soy un hombre de 36 años, heterosexual y algo rarito, que actualmente vive en Palma de Mallorca (España), y que siente fascinación por ciertos fetiches. La imagen de una mujer (a ser posible con un físico que muestre curvas) vistiendo todo tipo de prendas de materiales brillantes, como el látex, la goma, el vinilo (pvc), la lycra, el cuero (y alguno más) es un deleite para todos mis sentidos. Me excitan tanto su olor (especialmente en el caso del latex), su tacto así como el efecto de luz que producen y como estos materiales se ajustan al cuerpo de la mujer. A parte de esta afición un tanto rara, tengo otras aficiones más “normales”: practicar deporte, la informática, los cómics (espacialmente el manga), la astronomía, la ciencia ficción, etc. Para compensar un poco, he de decir que me considero una persona honesta, discreta, tolerante y a la que le gusta conversar de cualquier tema. Digamos que exceptuando mi lado “oscuro”, soy una persona bastante “normal” y sociable.
Erotismo, fetichismo, ¿qué me pasa doctor?
Sí, técnicamente lo mío está catalogado como una parafilia (una de tantas miles que están documentadas). El fetichismo por este tipo de ropa es más habitual de lo que inicialmente me hubiese imaginado. Dentro de esta categoría, mi debilidad son los catsuits (trajes de gato) que cubren prácticamente todo el cuerpo de la mujer, dotándola de una segunda increíble piel brillante. En algunos casos, también suelo perder los papeles ante eso que se ha etiquetado como “heavy rubber” y que trata de llevar a otro nivel el concepto de “total enclosure”; su traducción sería algo parecido a cubrir el cuerpo completamente con prendas de latex: catsuits, máscaras, guantes, botas o zapatos (todavía no he dicho que también me encantan los tacones). Muchas personas asocian este tipo de ropa con el sadomasoquismo o cosas parecidas (BDSM en general). En cierto modo no les falta razón, por Internet podemos encontrar muchas páginas que muestran esta relación. Yo no me considero sadomasoquista, aunque bien es cierto que no lo he practicado y además no puedo negar que la asociación de estos fetiches con técnicas de bondage light me ponen a cien. Dicho esto y aunque suene a obviedad, respeto todos los gustos y todos los tipos de sexo, siempre y cuando haya respeto y consentimiento mútuo.
¿Desde cuándo me siento un bicho raro?
Bufff,… yo diría que desde muy pequeño siempre he sentido fascinación por este tipo de prendas: chicas que vestían trajes de cuero de motociclistas, o embutidas en trajes de submarinista de neopreno, o con trajes de lycra bien ajustados, o desfiles de moda de invierno donde aparecían lindas modelos con prendas de cuero, etc. La gran mayoría de esos impactos visuales llegaron sobre todo a través de la televisión. Mientras tanto, pasaban los años y yo me dedicaba a estudiar, hacer algo de deporte y a devorar tebeos y cómics, especialmente aquellos que relataban las aventuras de heroínas, mujeres fuertes, bellas, un poco perversas, con mucha curvas y vestidas con trajes muy ajustados. Cuando llegué a la edad de 15 años, sabía que era algo raro, que era diferente, ya que empezaba a tener fantasías donde predominaban la figura de una mujer y este tipo de prendas de vestir. Pero nunca comenté con nadie este tipo de fascinación que sentía, en parte debido a mi gran timidez.
Descubrimiento de un hecho insólito.
Sí, pasaron más años y en mi cabeza no paraban de chocar pensamientos contradictorios, ya que una parte de mi creía que tenía una enfermedad mental o algún tipo de problema sexual serio. No sabía nada de este mundillo, desconocía si era un caso único (aunque a mis oídos llegaban ciertas historias de prácticas sexuales supuestamente aberrantes, como el BDSM). Pero a pesar de ello, no podía negar esa fuerza interior que se desataba en algunas ocasiones y esa excitación que se activaba cada vez que pasaban por mis ojos ciertas imágenes. Por ejemplo, partiendo del hecho que de pequeño me encantaban los cómics de superhéroes (y superheroínas), debo resaltar que una de las figuras que más me fascinó en mi niñez fue la de catwoman, en la serie de Batman & Robin (interpretada por Julie Newmar). Aunque, realmente donde ya me enamoré perdidamente de este personaje fue en la película “Batman Returns”, con esa brutal versión de catwoman interpretada (magistralmente) por Michelle Pfeiffer.
Durante esos años, camino de la mayoría de edad y abondono de la pubertad, fui recopilando en vídeo todo tipo de grabaciones que incluían bonitas mujeres y alguno de mis fetiches. El hecho de utilizar este material para masturbarme (antes que el clásico material pornográfico que utilizaban mis vecinos) , aumentaba mis sensaciones de “soy un bicho raro”. También debo reconocer que esa sensación de soledad, pensar que nadie más podía compartir este tipo de fantasía, me provocaba algo de tristeza y malestar. Pero no tardé mucho tiempo en descubrir lo equivocado que estaba. No olvidaré ese momento nunca , tenía 23 añitos y hacía poco que me había quedado prendado de una carátula de una película porno que había visto en una página de publicidad. La película era “LATEX”, del director Michael Ninn. En esa carátula aparecía una hermosa mujer embutida en un catsuit de latex negro. Hacía apenas un año que había descubierto Internet, pero ya intuía que ofrecía grandes posibilidades. Así que un día de 1996 se me ocurrió la idea de buscar más información de esta película, a través de uno de los buscadores que más sonaban en aquella época, Altavista. Literalmente, me quedé alucinado porque había mucha más información de la que esperaba. Descubrí una serie de páginas web que contenían varias imágenes muy impactantes para mí. A su vez, estas páginas disponían de enlaces a más páginas relacionadas con este tipo de prendas. Incluso, me enteré que existían una serie de revistas dedicadas a estos fetiches como MARQUIS o SKIN TWO, e incluso alguna que otra tienda especializada en la confección de este tipo de prendas. El cúmulo de sensaciones fue desbordante, por un lado estaba totalmente sorprendido por los contenidos que mostraban esas páginas y, por otro lado, debo reconocer que me sentí un poquito menos raro, un poco menos sólo.
En el presente actual, ¿qué tal sigo?
En fin, que voy a decir, cualquiera que comparta en cierto grado mis parafilias, sabe el empuje tremendo que ha tenido en la última década ese movimiento que se denomina “fetish scene” e incluso ha podido comprobar como este tipo de prendas y materiales se han introducido en multitud de escenarios culturales, desde los desfiles de alta costura hasta numerosos videoclips musicales de popstars (desde Madonna hasta las increíbles Lady Gaga o Katy Perry). En España todavía llevamos algo de retraso, pero no creo que tardemos en recuperar el terreno perdido.
Si has llegado hasta aquí, sólo me cabe darte las gracias y en caso de que compartas algo de lo aquí expuesto, espero que al menos hayas entendido que “no estás sólo”.
Carpe diem.